jueves, 11 de febrero de 2010

Títeres famosos: el Papamoscas

Hoy nos toca conocer otro de esos títeres famosos que están en el mundo. Y nos quedamos en nuestra querida ciudad de Burgos, para descubrir quién es El Papamoscas, un popular personaje burgalés que es el responsable de dar nombre a nuestro Teatro de Títeres.

Para un burgalés no cabe duda: el Papamoscas es su autómata más famoso. Se sitúa en lo alto de la nave central de su imponente catedral en un ventanal situado por encima del triforio en el primer transepto, a los pies del templo. Se trata de un personaje pintoresco, una especie de bufón con casaca roja que saliendo de la esfera de un reloj, cada vez que éste marca una hora en punto abre la boca y acciona una campana para señalar las horas. Al Papamoscas le acompaña también otro pequeño amigo, el Martinillo, otro autómata más pequeño que desde un balcón situado a la izquierda del Papamoscas se encarga de marcar los cuartos (de éste último ha tomado nombre nuestro simpático personaje, Martín).

En cuanto a su hitoria, ésta está llena de teorías. La oficial es que se trata de un reloj que, construido en el siglo XVIII vino a sustituir al anterior que databa del XVI y que se situaba en el exterior del templo. En efecto, en 1384 el ayuntamiento de la ciudad otorgó al cabildo catedralicio la suma de cuatro mil maravedíes para "pagar en ayuda de un rellojo que nos facemos facer en la Iglesia Mayor de Santa María para que tanya a todas las horas del dia e de la noche". Después del paso de los años este reloj fue reemplazado por el Papamoscas, que pasó a encontrarse en el interior de la catedral.
Dicen las tradiciones populares que el origen del actual reloj pudo estar en una alocada idea del rey Enrique III el Doliente, quien quiso estampar su imagen en un personaje que reprodujese el terrible lamento que lanzó cuando supo que la bella mujer a la que veía todas los días rezar en la catedral había desaparecido.

Es un reloj popularísimo. Escritores famosos han hablado de él y se han servido de su inspiración para componer sus escritos, entre ellos, Victor Hugo, María Cruz Ebro o Benito Pérez Galdós, quien dijo: "no me avergüenzo de decir que jamás, en mis frecuentes visitas, perdí el encanto inocente de ver funcionar el infantil artificio del Papamoscas".

Sea como fuere, el Papamoscas lo podremos clasificar claramente como un títere autómata. En efecto, reúne todas las características de un títere de este tipo, pues se trata de un muñeco articulado que con un movimiento mecánico realiza una función ante un público diverso, que acude cada hora, con la misma boca abierta que tiene él, a ver su particular amigo que -tal com reza en latín la campana que acciona- "alaba al Dios verdadero, congrega al clero, ahuyenta a Satanás, llora a los muertos y alegra las fiestas".

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