domingo, 12 de febrero de 2012

España titiritera: los prejuicios de Cervantes


Son pocas las noticias sobre el teatro de títeres en España antes del Siglo de Oro español. Aunque con Miguel de Cervantes la cosa viene mitigada. En muchas de sus obras se narra con detalle la vida de los titiriteros de aquella época, describiéndolos como gente de poca monta, ruines, haraposos, sin escrúpulos y carentes de moralidad. 

En su entremés "El retablo de las maravillas", Cervantes nos narra la historia de dos pícaros titiriteros, Chirinos y Chanfalla, hombres privados de pudor, que engañan a todo un pueblo haciéndoles creer que en el Retablo ocurrían cosas extraordinarias, cuando en realidad no sucedía nada. Los titiriteros querían engatusar a su público diciéndoles que "ninguno puede ver las cosas que en él se muestran" si tiene "alguna raza de confeso, o no sea habido y procreado de sus padres de legítimo matrimonio". Pero nadie se quería confesar portador de alguno "destas dos tan usadas enfermedades". Titiriteros sin títeres, engañan a su público haciéndoles creer cosas que no sucedían sin que ninguno se atreviera a denunciarlo. 

En su novela "El coloquio de los perros", califica a los titiriteros como "gente vagamunda, inútil y sin provecho; esponjas de vino y gorgojos del pan"; gentes "que no salen de las tabernas y bodegones". Y de modo similar los describe también en su novela "El licenciado vidriera", añadiendo, además, que trataban "con indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras que mostraban en sus retratos volvían la devoción en risa". Personas, en fin, a quienes se les debía imponer "perpetuo silencio en sus retablos".  

Otra referencia a los títeres la encontramos en su obra más famosa, "El Quijote". Allí descubrimos la figura de Ginés de Pasamonte, un truhán de mala muerte que se hace llamar Maese Pedro, al que siempre le acompañaba su mono, representando "la verdadera historia sacada al pie de la letra de las crónicas francesas y de los romances españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos, por esas calles"

De lo expuesto líneas arriba, no cabe duda del poco aprecio que Cervantes mostraba por los titiriteros de su época, o de los titereros, como él los llama. Sin embargo, es una fuente importante para comprender cuánto fueron difíciles y qué tipo de "mala vida" llevaban los titiriteros en aquellos años de la España de Oro. 

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